A menudo se habla a nuestro alrededor de cómo podemos “informarnos mejor”, en un mundo que parece bombardeado por una multiplicidad de fuentes informativas y, a la vez, donde se vuelve cada vez más complejo establecer un filtro para poder establecer que aquello que leemos, observamos o escuchamos, es “confiable”.
Esto toma una dimensión aún mayor cuando intentamos poner el foco sobre la actualidad internacional. A veces parece que desenredar los entretelones de cierto fenómeno o evento que ocurre en un país de afuera es muy difícil. Aún cuando con los medios masivos de comunicación actuales y las ventajas de Internet las distancias se han achicado a un nivel fenomenal, sigue primando entre nosotros cierta concepción de lejanía al intentar analizar algo que, efectivamente, está ocurriendo al otro lado del mundo.
Pero hay algunas formas de intentar acercarnos a cualquier evento internacional que nos interese, de manera de poder comprenderlo de la manera más abarcativa posible. Sin entrar en una investigación académica, sin querer convertirnos en expertos. Simplemente porque queremos saber un poco más. Es por eso que, al momento de aproximarnos a un fenómeno internacional, puede sernos útil tener en cuenta:
Ir a las fuentes.
Hoy en día no dependemos exclusivamente de los cables que llegan desde las agencias internacionales de noticias y que se repiten como eco en las secciones de Internacionales de la prensa escrita y audiovisual vernácula. Tenemos variado acceso a la prensa de muchos países, a portales gubernamentales o institucionales, a informes, estadísticas, a datos directos. Esto nos da la posibilidad de seguir un tema que nos interesa pero que desaparece de nuestra agenda de noticias de todos los días (¿dónde quedó Petrobras, por ejemplo?).
Diversidad de voces.
Desde la campaña de Obama en 2008, hasta la Primavera Árabe, pasando por #BringBackOurGirls y ahora, por nombrar lo evidente, el terremoto en Katmandú, no existe evento internacional que no se exprese en Internet a través de las redes sociales. El caudal de mensajes puede llegar a ser asfixiante, confuso y por momentos francamente inútil, pero en este universo de la inmediatez, si algo positivo podemos rescatar es la posibilidad de saber qué están pensando quienes viven una realidad a miles de kilómetros de distancia.
El análisis posterior.
Quizás un poco por el vicio de mi profesión, algo que me interesa – y que pienso que debiera ser una fuente más utilizada – es el tipo de análisis que se publica en los medios especializados en política internacional. Si algo pueden tener como desventaja en algunas ocasiones es que se exceden en el uso academicista del lenguaje, pero existen muchísimas iniciativas que apuntan precisamente a lo contrario: a atraer a un público general a que se interiorice sobre eventos internacionales. Entre ellas cabe mencionar United Explanations, Equilibrium o EsserEuropa.
Los intereses en juego.
Siempre tengamos en cuenta la complejidad del escenario internacional. Las relaciones internacionales no abarcan solamente a los Estados-nación. Detrás de un fenómeno internacional hay siempre facciones, intereses políticos, económicos y sociales que se entremezclan. Los actores de la escena internacional no son solamente países, sino gobiernos (que no es lo mismo), personas, organizaciones, empresas… la realidad siempre es compleja, y en el escenario internacional aún más. A veces es más fácil reconocer los matices en nuestra realidad local, porque sabemos de lo que estamos hablando, pero somos propensos a absorber un evento internacional de forma más simplista. Siempre, ante una crónica unilateral, sospechemos.