América prehispánica.
Desde el descubrimiento de América a finales del S. XV y mediados del S XVI se difundieron en toda Europa objetos provenientes de las culturas americanas. Estos fueron vistos por la mayoría como “artesanías producidas por salvajes”. Dichos objetos artísticos eran muy ajenos a las formas convencionales de la época en Europa y se vio en ellos un extravagante derroche de materiales preciosos.
Pero no todos consideraron estas formas de manera despectiva, muchos artistas y teóricos vieron en estas manifestaciones una verdadera vocación artística. En un escrito de su diario, el pintor alemán Durero, describe las sensaciones que provocó en él la contemplación del tesoro que el jefe Azteca Moctezuma había enviado a Hernán Cortés con destino al rey Carlos V en 1520.
“También he visto los objetos que fueron traídos al rey desde el nuevo país del oro: un sol todo de oro, de una toesa de ancho; asimismo, una luna toda de plata, de igual tamaño; asimismo… y toda clase de singulares objetos de diverso uso, mucho más bellos de ver que jamás lo fueron objetos sorprendentes. Las dichas cosas eran todas preciosas, habiéndoselas estimado en 100.000 florines. En mi vida he visto nada que haya regocijado tanto mi corazón como estas cosas. Pues he contemplado maravillosos objetos artificiales y me ha asombrado el genio sutil de los hombres de los países extraños.”1
Las teorías más acertadas sobre la población de América dicen que el hombre ingresó al continente a través del estrecho de Bering en el Polo Norte unos 40.000 años atrás. Este período corresponde con el cuarto y último período glaciar donde se habría gestado un puente natural de hielo entre América y Asia. Estos hombres provenientes del Asia se desplazaron a través del continente en pequeños grupos nómades de cazadores-recolectores. Se estima que para ocupar el continente atravesando los 18.000 Km. que separan el estrecho de Bering con Tierra del Fuego les demandó aproximadamente 20.000 años.
Estos grupos se dedicaron a la recolección de vegetales y caza de animales, sin grandes cambios hasta el año 700 a.C. donde se registran indicios de domesticación de algunas plantas y rebaños de camélidos. Los avances tecnológicos en la domesticación de distintas especies llevaron a los habitantes de estas tierras a pasar de una vida nómade a una vida organizada, sedentaria, lo que provocó como consecuencia directa la creación de pequeñas viviendas y manufactura de cerámica.
A partir de este acontecimiento se empezarían a gestar los primeros grupos étnicos del continente. La zona andina, la cual abarca desde Colombia al norte de la Argentina y Chile atravesando la Cordillera de los Andes, sería el recinto de las civilizaciones andinas. A lo largo de esta región, la cual cuenta con tres grandes zonas climáticas: la costa, la puna y los valles, se han desarrollado grandes civilizaciones como: Mochica, Chavín, Nazca, Paracas, Tiahuanaco, Recuay, La Aguada, Santamaría, Inca entre tantas. En la región central del continente americano (Mesoamérica), los Olmecas, Toltecas, Teotihuacanos, Zapotecas, Mixtecas, Aztecas y Mayas establecerían sociedades avanzadas al igual que los incas, quienes hegemonizaron toda la región andina habiendo antes de ellos culturas avanzadas.
Con el descubrimiento de la cerámica, al que luego seguirían la arquitectura, la ingeniería, la escultura, el textil, la pintura, etc. comenzarían a desarrollarse las conceptualizaciones mítico- religiosas de dichos pueblos. El arte sería el canal que desocultaría el ser amerindio. A través de la imagen artística se originarían y plasmarían los conceptos religiosos de estos pueblos. Los hombres primitivos de nuestro continente debieron buscar el ¿por qué? de los fenómenos naturales para poder sacar provecho de ellos sin generar cambios trascendentes en los ecosistemas. Para ello la religión y los mitos fueron la justificación del origen de la naturaleza y la labor del hombre debió integrarse como parte de ella.
Las obras amerindias fueron expresadas con diferentes conceptos ideológicos, dependían de la función: metafísica (mítica-mágica-ritual-funeraria), ideográfica, signal-semiótica, cósmica-cosmogónica, astronómica, profana.
América precolombina; el pensamiento estético amerindio.
Cuando se habla de América precolombina, América prehispánica, etc., se está denominando así a las culturas, a los pueblos que habitaron nuestro continente antes de la conquista. Este término hace referencia e integra no sólo al hombre de esta tierra, sino también, lo que generaron ya sea en materia filosófica (pensamiento) como también en materia artística, estética y cultural. La mayoría de los estudios realizados sobre los restos arqueológicos sólo hacen un análisis científico y técnico del patrimonio de estos pueblos.
Gran parte de los restos hallados de estas culturas pertenecen a lo que llamamos obra de arte, pero éstas han sido analizadas de forma descriptiva y sólo tomándolas como objetos artesanales, que ayudan a demostrar los niveles evolutivos de estos pueblos. Son muy pocos los autores que se han aventurado a ver en estas “piezas artesanales” aspectos artísticos que plasman un pensamiento estético y plástico admirable. Una conceptualización plástica de un modo de vida distinto al occidental, como lo define César Sondereguer: “una poiesis metafórica de una cosmovisión mítico-religiosa”2
Es César Sondereguer uno de los teóricos que ha hecho varios estudios sobre estas manifestaciones plásticas. Este teórico argentino ha hecho del arte precolombino una interpretación estética y filosófica, consideró que este pensamiento plástico ha llegado a desarrollar un estilo expresivo y estructural, o sea diferentes cánones morfoespaciales reflejados en objetos artísticos que dan cuenta de la producción cultural y el desarrollo de los pueblos de la “América profunda”, en palabras de Kusch.
¿Qué hubiera pasado si los yacimientos de las culturas como Egipto, Grecia, etc. hubieran sido sólo analizados desde el punto de vista científico, dando a conocer solamente una descripción y no una interpretación de la obra? Tal actitud, revela desinterés por la expresión como volición esencial del ser desocultando su inmanencia poética.
Rodolfo Kusch, pensador argentino preocupado por la necesidad de entender la “América profunda”, nos elucida muchos conceptos que hablan de la condición del hombre y su producción simbólica, en tanto cultura de la América originaria y mestiza. Hoy en día en gran parte de los casos estas culturas ancestrales son tomadas como objetos de estudio, como algo a analizar científicamente, pueblos primitivos, irracionales, bárbaros, que vivieron de forma “incivilizada”. Para el occidente América es “caos”, por eso hay que erradicar estos pensamientos bárbaros para lograr “el pulcro orden” de la civilización occidental, América es “el hedor de la civilización”. Tal vez haya sido éste el pensamiento de quienes estudiaron esas culturas y no le dieron el valor conceptual que se merecen. Hoy en día con la gran demanda turística que atraviesan los pueblos originarios de Latinoamérica, se ve a sus culturas como si fueran una postal, un objeto turístico, una atracción y no se les da el valor cultural que corresponde.
Las producciones culturales de los pueblos prehispánicos, en tanto místicas, religiosas, simbólicas, estéticas, etc. encierran entes esenciales que esperan su aprehensión y sólo pueden ser interpretados intuitivamente. Como dice Sondereguer; “Lo metafísico agazapado en la forma”3
Estas conceptualizaciones metafísicas, cosmogónicas, estéticas, fueron desarrolladas a través de distintos soportes y técnicas como son la cerámica, escultura, arquitectura, pintura, dibujo, orfebrería, cestería y textil.
No podríamos dejar de mencionar toda la producción concerniente al lenguaje sonoro, en tanto música, como a su vez la danza y la expresión corporal, muy presente en estos pueblos a través de rituales religiosos. No todo el arte precolombino tomó forma y concepto de manera idealista a una simbología mágica o religiosa, cósmica y/o semiótica, también se plasmaron obras de carácter expresivo- naturalistas# Algunas culturas como Maya, o Mochica, sintieron la necesidad de una proyección comunicativa y documental, mostrando representaciones de lo humano y sus costumbres.
Ya sea de forma naturalista, o en abstracciones conceptuales estas “imágenes deificadas” fueron la demostración de la secular fe que tuvieron estos pueblos hacia sus deidades# como a su vez el respeto y la ética al habitar el suelo. Las obras representaron la corporeidad de lo sagrado, sus dioses o templos engendrados en la materia, una “utopía mística” podríamos decir.
Cada alta cultura de amerindia supo realizar diferentes cánones morfoespaciales que le dieron a las producciones un estilo expresivo y estructural. Dentro de estas composiciones se perciben ciertas reglas geométricas y numerológicas, pensadas las obras como continente hermético de comunicaciones dirigidas a los dioses y la casta sacerdotal. Estas estructuras donde están organizadas dichas reglas se denominan “geometría sagrada”.
Cada cultura, a pesar de que los dioses míticos sean similares (ave, felino, serpiente, tierra, sol, luna, rayo, etc.) realizó una propia teoría y estilo morfoespacial deviniendo en un propio estilo estético religioso, en el cual, a pesar de sus diferencias, encontramos búsquedas similares en diferentes culturas de Centroamérica y Suramérica.
“Lo ético fue el casamiento responsable, lo estético su euritmia; la obra, visual o social, fue lo fáctico donde se amalgamaban sendas voliciones. Una simbiosis ético-estética. Nada era independiente, ni el hombre, ni lo social, ni el cosmos, solo la obra culto-artístico que, mágicamente trasmutada, era autárquico espejo de ese todo: era el dios (imagen) o donde él habitaba (templo) “4
Cada cultura nativa desarrolló su arte en un conjunto de características comunes: fue dogmática, conservadora o transitoria, colectiva, simbólica, metafísica:
Dogmática, por ser concebida y dirigida por las elites gobernantes, teocráticas y/o militares, imponiendo una “verdad revelada”.
Conservadora o transitoria. Más exactamente, conservadora por la volitiva persistencia de forma-estilo, como símbolo idealista invariable de una cultura. Ejemplo: tihuanacota e Inca. En cambio, transitoria por su volitividad constructiva, inconstante, de cambios continuos, como metáfora de su naturaleza dinámica y mortal. Ejemplo: Maya y Mochica.
Colectiva, por una finalidad socio-política de intención igualitaria.
Simbólica, por su carácter de imagen ideográfica, signal y/o semiótica.
Metafísica, por desocultar el ser inmanente de tales pueblos.
Como decíamos anteriormente cada alta cultura desarrolló un propio estilo plástico, pero lo que unió a cada una de ellas fue la concepción mítico-religiosa y cosmogónica del mundo claramente influenciada por el medio ambiente. En América siempre está presente la tierra, la naturaleza. Por eso aunque nos parezcan muy distintas las obras entre uno y otro grupo étnico, por ejemplo la cultura Aguada (Argentina) con la cultura Tiahuanaco (Bolivia) estilísticamente hablando, estas tuvieron ideas, pensamientos, muy similares, tomando en consideración su proceso evolutivo y su cosmovisión.
Los principios estructurales de una abstracción simbólica americana, en tanto “obra de arte”, se observan en los textiles, cerámicas, arquitectura, etc. por eso cuesta su interpretación. Estas manifestaciones durante mucho tiempo han sido catalogadas por occidente como artesanías, decoración, ornamento, un arte menor. Este es un típico error, ya que para la expresión simbólica de los pueblos primitivos tal distinción no existió. Hay que tener en cuenta que el concepto “arte” en la América prehispánica no existió como en la cultura occidental. La obra, como dijimos, era el dios, su santuario, el arte no correspondía a la concepción occidental de lo bello, sino que era objeto de culto y a la vez un objeto educador, pero sin por esto perder la dominación técnica y la armonía estética.
REVIVILO EN AUDIO:
Notas:
1- Lehmann, Henri. “Las culturas precolombinas” Edit. Eudeba, Buenos Aires, Argentina, 1960, pág. 5.
2-Sondereguer, César. “Estética amerindia”, Edit. eme, Bs. As., Argentina, 1997, pág. 9.
3- Ob. cit. pág. 15
4-Sondereguer, César. “Estética amerindia”, Edit. eme, Bs. As., Argentina, 1997, pág. 17.
Bibliografía:
-Aumont, Jacques. “La imagen” Edit. Paidos Ibérica S.A., Barcelona, España, 1992.
-Ayala de, Guman Poma. “Nueva crónica y buen gobierno” (antología), Edit. Horizonte, Lima, Perú, 1998.
-Gonzalez, Federico. “El simbolismo precolombino”, Edit. Kier, Bs. As., Argentina, 2003.
-Inca Garcilaso de la Vega. “Comentarios reales de los Incas”, Edit. Piki E.I.R.L., Cusco, Perú.
-Kusch, Rodolfo. “América profunda”, “El pensamiento indígena y popular en América” en “Obras completas”, Fundación Ross, Rosario, Sta. Fe, Argentina, 2000.
-Kusch, Rodolfo. “Esbozo de una antropología filosófica americana”, Edic. Castañeda, Bs. As., Argentina, 1978.
-Lehmann, Henri. “Las culturas precolombinas” Edit. Eudeba, Bs. As., Argentina, 1960.
-Peña C., Antonio. Depaz T., Zenón. Quesada C., Félix. Mejía H., Mario. Rivara, María L.. Mendizábal L., Emilio. Chávez, Amancio. “La racionalidad andina”, Edit. Mantaro, Lima, Perú, 2005, aa. vv.
-Sondereguer, César. Punta, Carlos. “Amerindia, introducción a la etnohistoria y las artes visuales precolombinas”, Edit. Corregidor, 1a ed., 2a reimp., Bs. As., Argentina, 2005.
-Sondereguer, César. “Arte cósmico amerindio, 3000 años de conceptualidad, diseño y comunicación”, Edit. Corregidor, Buenos Aires, Argentina, 1999
-Sondereguer, César. “Estética amerindia”, Edit. eme, Bs. As., Argentina, 1997.