Arte es todo lo que los hombres llaman arte

¿De qué hablamos cuando hablamos de arte? ¿Qué es el arte? ¿Que implica o conlleva una obra de arte? ¿Que determina lo que es arte o no? ¿Todo podría ser arte?

Cuando pensamos en arte conviven en nuestras mentes innumerables significantes, ejemplos, que a nuestro entender son obras de arte. Pero generalmente estos, pre-conceptos adquiridos a través de la cultura, tienen por decirlo de algún modo patrones pre-establecidos, cánones, que hacen que entendamos por arte una cosa y no otra, aunque nos siga pareciendo confusa tal distinción. Pero cuando nos enfrentamos a obras contemporáneas muchas veces estos cánones culturales con los cuales cargamos no alcanzan, o no establecen relación alguna con las obras que se presentan ante nuestros ojos.

Hace un tiempo se corrió la voz que el director de la Tate Gallery de Londres, había admitido que algunas veces le resulta difícil reconocer a simple vista algunas obras de arte contemporáneo, o saber si ellas son buenas obras de arte. Desde entonces, todos los demás simples mortales nos sentimos un tanto más tranquilos. Lo cierto es que debemos, nosotros también, admitir que hay veces en las que al visitar un museo, una bienal o una feria nos resulta un desafío comprender las obras de arte expuestas, e incluso, hay casos en los que el desafío está en reconocerlas. Tanto es así, que unas cuantas veces hemos escuchado la anécdota de algún visitante despistado que admiró la silla del guardia de sala o un clavo olvidado en la pared como crípticas piezas de arte conceptual.
Sin embargo, lo que nos quiere decir al final de cuentas, no es mostrar su propia ignorancia sino el hecho de ponernos frente a la mayor problemática del arte contemporáneo: en tanto los artistas han empujado los límites de la definición del arte, hoy en día nos encontramos sin una definición o consenso sobre lo que una obra de arte es. “Arte es todo lo que los hombres llaman arte” concluye José Jiménez en su ya clásico “Teoría del Arte”.
Arthur Danto y Hans Belting trataron el problema y lo titularon a este proceso histórico: “el fin de arte”. Bien sabemos que el arte no murió y ambos filósofos en las primeras palabras de sus respectivos libros se preocupan por aclarar que en realidad lo que ha muerto es su meta-relato. Según Danto, cuando Andy Warhol expuso sus Brillo boxes en la Stable Gallery de Nueva York en 1964, se hizo patente el hecho de que nuestros ojos ya no alcanzaban para distinguir una obra de arte de una simple caja de jabón en polvo. La diferencia entre la Brillo-Box-obra-de-arte y la Brillo-Box-caja-de-jabón-en-polvo no es algo que podamos observar simplemente, sino que es una diferencia ontológica: son dos objetos visualmente semejantes pero pertenecen a dos categorías distintas: uno es una simple cosa y el otro es una obra de arte.

Estos problemas claramente no existían en el siglo XVIII o XIX cuando por ejemplo, en Francia se erigía una Academia de Bellas Artes y se organizaba anualmente un Salón de Bellas Artes y ambas instituciones guiadas por los artistas más destacados se encargaban de dictaminar qué era una obra de arte y qué no lo era, y –lo que es aún más complicado- cuál era una excelente obra de arte, cuál era buena y cuál era mala y no debía exponerse en el Salón. En torno al Salón se generaron discusiones, como es el caso de “El desayuno en la hierba” de Édouard Manet que en 1863 se expuso en el Salón de los Rechazados, institución creada por Napoleón III para exponer las piezas que no reunían los requisitos exigidos por el Salón oficial. Hasta mediados del siglo XX ciertas instituciones artísticas o grupos de artistas se encargaron de ajustar la definición del arte de acuerdo a las ideas de lo que éste era o debía ser y existía un consenso o ciertas pautas que eran conocidas por todos y permitían al público acercarse al arte y admirarlo sin el temor de estar ponderando la silla del guardia de sala confundiéndola con un Kosuth.
Nuestros antepasados del paleolítico por ejemplo también tenían sus propias inquietudes y búsquedas a la hora de realizar una pintura rupestre. Hoy lo entendemos como pensamiento mágico, incluso la categoría de “arte” a estas manifestaciones es una definición actual, para estos grupos no existía tal termino y/o concepto. El sentido de esta pieza era ritual, una forma, o creencia de poder apoderarse del alma del animal para obtener una caza fortuita. Podríamos citar aquí aquellas anécdotas de los inicios de la fotografía donde las personas, o algunas, tenían miedo de que la cámara se “apodere de sus almas”.

En el mundo Griego, Romano, Egipcio, Americano, Asiático, incluso en occidente durante y pasada la edad media, el arte fue cosa de la religión. La producción artística fue el medio y el canal donde se narrarían o se harían tangibles las imágenes de los dioses. Al periodo que va desde la prehistoria al fin del imperio romano allá por el siglo V dc. Se lo conoce como la Antigüedad, o la edad antigua. La edad media comenzaría a partir del siglo V aprox. hasta el surgimiento del renacimientos a mediados del siglo XV.
Un nuevo paradigma estético se abría con el pensamiento renacentista rescatado de las artes griegas; la mimesis. Representar la realidad tal cual la ven nuestros ojos, transformando la obra en una ventana hacia el mundo exterior donde la maestría del artista se consolidará en la obtención de la mimesis perfecta. Comenzaba la edad moderna, la cual tendría que transitar el desarrollo de este paradigma de la mimesis y el surgimiento de otro tan fuerte como éste al final de su existencia con el surgimiento de las vanguardias; la abstracción.
Este nueva busqueda de la abstracción llegaría a su expresión máxima según Clement Grimberg, el crítico norteamericano, con el expresionismo abstracto. Aquí estaríamos parados en el final, o la culminación de los paradigmas que marcaron el modernismo.

Entonces aquí surgen nuevas problemáticas. ¿Cuáles son los paradigmas del arte de nuestro tiempo?
El arte contemporáneo se mirará a sí mismo y ahí buscará las bases conceptuales para desarrollar su producción. Este proceso que había comenzado con la abstracción, el ready made, y el arte conceptual en algunas búsquedas de la vanguardia encontraría su lugar a partir de los ’60. Será una búsqueda ontológica, filosófica, tratando de encontrar su esencia, cuestionando la fetichización del objeto artístico para fundir el arte con la vida misma, romper las barreras de la institución clásica y fundirse con el espectador en un tiempo y espacio OTRO, como en una especie de ritual. Una deconstrucción del lenguaje para una re-construcción intelectualizada del mismo. El artista no representa, sino presenta, postulaba Elena Oliveras. Ya no importa el objeto sino la relación de este con el espectador. La obra se construye con su presencia. Éste al confrontarse con una obra ya no tendrá que detenerse pasivamente ante esta y contemplarla, sino que habrá una interacción entre ambos, una actividad crítica por parte del espectador. Quizá esta búsqueda de los artista contemporáneos sea la de volver a darle a la sociedad la posibilidad de detenerse a reflexionar, pensar, estar ajeno al mundo exterior, veloz y mercantilizado, vivenciar el arte, por eso ya no importa el objeto, si no la experiencia, el objeto es un medio no un fin. Gadamer habla de lo lúdico del arte, proponiendo el arte como símbolo, juego y fiesta.
Como postulaba Roland Barthes; El nacimiento del lector se paga con la muerte del autor… La obra es un mosaico de citas… agregaba Julia Kristeva. Es decir la obra se compone con la misma historia del artista, citas de toda su carga cultural, preguntándose el porqué del arte. Solo importa el arte, no la idea del genio capaz de dominar la técnica, no el autor sino la obra y la experiencia de ésta con el espectador. Pero el arte ha caído en su trampa institucionalizante y el artista en algunos casos aún sigue siendo una especie de fetiche, o “estrella”, y su firma, a través de la institución, termina legitimando su obra como tal. No es lo mismo que cualquiera de nosotros tome una caja de un supermercado y la exponga en una galería a que lo haga Andy Warhol, aquí la institución legitima. Justamente esta institucionalización constante del arte será motivo fundante de reflexión para muchas de las producciones pos modernas.

Walter Benjamín hablaba de una pérdida del aura, más que de una perdida sería un desplazamiento nos dice éste. Si bien el hacía referencia principalmente al cine y la fotografía con la pérdida del original, también lo podemos aplicar al surgimiento de los ready- made por ejemplo donde un objeto encontrado de uso cotidiano, banal, pasa a ser obra de arte por el autor y la institución que lo legitiman como tal, justamente de este modo se produce una banalización de la institución y de los paradigmas modernistas que nos hablaban del artista como aquel genio capaz de transformar en bello una materia a través de la habilidad técnica del autor.

El aura seria esa sensación de lejanía que nos producen ciertos objetos artísticos, como por ejemplo la Mona Lisa. Hay una sensación de que es algo del otro mundo, nos es distante por más que lo tengamos aquí. El aura sería una especie de limbo luminoso que emana de ciertos objetos sagrados, hablando metafóricamente. En la actualidad ese desplazamiento del que habla Benjamín, a grandes rasgos, estaría determinado por la institución que legitima que es una obra de arte a través de su institucionalización, y por otro lado habla del efecto de shock como característica del arte actual. Nos dice que la obra es un proyectil dirigido al espectador, produce un choque, una sensación de incertidumbre por momentos, una desestabilización del término, una banalización del mismo, justamente marcada por esta ruptura del arte con los cánones tradicionales del modernismo.

Danto en su preocupación por ordenar la historia habla más que de arte contemporáneo, de arte pos histórico, otros lo mencionan como arte pos moderno. El término contemporáneo haría referencia a toda la producción que se realiza aquí y ahora, y hoy en día es muy variada conviviendo aun los cánones representativos fundamentalmente de las vanguardias históricas junto con la producción del arte conceptual, relacional, etc que caracteriza este fin de la historia. Danto al hablarnos de un arte pos histórico nos dice que los artistas de hoy tienen a su disposición toda la historia del arte como materia para preguntarse justamente la verdad ontológica del mismo ¿el porqué del arte?…
Por lo tanto no podemos mirar una obra de arte pos moderno con los mismos ojos que miramos una obra de arte clásico, o moderno por ejemplo, porque las búsquedas que dieron vida a una u otra son totalmente distintas. La historia del arte es la historia de la evolución de las ideas decía Gombrich.

“Arte es todo lo que los hombres llaman arte”… (José Jiménez, Teoría del arte.2002. España)

Bibliografía:
Artur Danto, El arte después del fin del arte.1997
E. H. Gombrich, Historia del arte.1950- última actualización 1995
Elena Oliveras, Estetica; la cuestión del arte.2004
Hans- Georg Gadamer, La actualidad de lo bello.1977
José Jiménez, Toria del arte.2002
Umberto Eco, Poetica de la obra abierta.1962
Walter Benjamín, El arte en la era de su reproductibilidad técnica.1936

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